viernes, 4 de octubre de 2013

Conflicto sirio

El alineamiento internacional de acuerdo a los criterios de la Guerra Fría vuelve a ponerse de evidencia hoy en día en torno a un denominador común: Siria. Desde hace dos años y con el estallido de la Primavera Árabe, el pueblo sirio se ha visto envuelto en una cruenta guerra civil derivada de la introducción en el país de colectivos ajenos con objetivos ajenos a los originales de la Primavera Árabe y de la consecuente actitud de inmovilismo del gobierno de Bashar Al-Asad.

Al-Asad se suma a la lista de presidentes del mundo árabe que, de la misma manera que en el pasado fueron grandes aliados de Occidente, ahora se consideran dictadores potenciales, como ya pasó con Sadam Hussein, Gadafi o Mubarak, por cerrarle la puerta geo-económica a Estados Unidos. ¿Por qué, entonces, a esta alturas y teniendo en cuenta el historial de operaciones del Pentágono, este aparato militar no ha atacado todavía? La diferencia de Siria con respecto a sus predecesores es que este territorio cuenta con el apoyo internacional de Rusia y China, dos grandes potencias, que les han puesto freno a EE UU y a los rebeldes financiados por estos.


Para empezar, lo que la Casa Blanca y sus aliados europeos consideran 'oposición' se divide en dos colectivos.
Por un lado, tenemos a grupos terroristas (Al Qaeda, Frente Al-Nursa, etc.) cuyo objetivo es derrocar el Estado laico que existe en Siria e instaurar la religión islámica de acuerdo a la sharia. Esto explica la actitud de silencio del Estado sionista de Israel, que niega su apoyo a sus aliados del Pentágono porque sabe de sobra que, cuando caiga Al-Asad, Siria se convertirá en un Estado islámico afín a Hamás y al pueblo palestino como ya lo es Irán... Qué decir que Al Qaeda fue creada por Estados Unidos (y Osama Bin Laden entrenado por la CIA y alabado por la prensa occidental) a finales de los años 80 para ponerle freno a la influencia soviética en Afganistán.
Por otro lado, tenemos la Coalición Nacional Siria, plataforma artificial creada en Qatar bajo el patrocinio de Arabia Saudí y Estados Unidos, que aglutina a empresarios y personalidades del mundo del dinero sirio que, al comienzo de la Primavera Árabe, huyeron del país por miedo a que los revolucionarios derrocaran a Al-Asad e instauraran una democracia, por lo que carecen de contacto directo con el pueblo sirio. Sin embargo, dos años después, ven desaparecida la amenaza de democracia y, siendo testigos del apoyo táctico que les brinda la alianza yihadista-estadounidense, deciden volver a Siria.

En el otro bando, nos encontramos con el Gobierno sirio, presidido por Bashar Al-Asad, así como por minorías paramilitares como Hezbolá. El Gobierno, viendo lo que se le veía encima, decide cerrarse en banda y, a diferencia de lo que hizo el Gobierno egipcio, que fue ceder a las exigencias de la Primavera Árabe y convocar elecciones, pasa a las armas para contrarrestar la recién llegada oposición de la que hablaba, dando lugar a la guerra civil.

La extensión en la descripción de la oposición es mayor que la del Gobierno porque la prensa occidental se centra más en ella y, como occidental que soy, procuro seguir sus mismos pasos.

En cuanto a la resolución del conflicto, Estados Unidos no puede acudir a la agresión militar directa como hizo en Iraq, Afganistán o Libia porque, como se ha mencionado al principio, ha topado con la oposición frontal de Rusia y China. Estas dos potencias, que durante la primera década de este siglo han permanecido ajenas a las decisiones internacionales, entran en juego por primera vez en mucho tiempo para detener el avance norteamericano en Oriente Medio. Es la primera vez desde Vietnam que Estados Unidos sufre una derrota política, por lo que, como medida provisional, decide acogerse al dictamen de Naciones Unidas. No obstante, Obama pasa a la acción indirecta y encarga a la oposición una matanza con arsenal químico para acusar al régimen de Al-Asad y contar, así, con el apoyo de la comunidad internacional... pero sigue sin dar resultado, a pesar de los vaivenes de Ban Ki-Moon. Y, así, un largo etcétera...

Sin embargo, mientras Estados Unidos plantea la agresión militar contra Siria como solución al conflicto, Rusia y China ofrecen una solución parcial que consiste en que el Ejército sirio entregue todo su arsenal químico para poder garantizar, así, que no es responsable de esos crímenes. Y eso ha hecho.
Esto último demuestra que, con palabras y diplomacia, todo se consigue y que no conviene olvidar que, a pesar de la recién nacida oposición terrorista-industrial, sigue existiendo en Siria un pueblo que anhela paz y libertad y que mantiene las mismas exigencias de la Primavera Árabe.

Tal y como se presenta la situación, la comunidad internacional tiene tres opciones.

La primera es una agresión militar contra Siria y el derrocamiento de su presidente Al-Asad para que su puesto lo ocupe Estados Unidos y sus aliados opositores. Es decir, seguir las directrices de la Casa Blanca. Esta opción ya se ha llevado a cabo en otros momentos de la historia, como cuando EE UU talibanizó Afganistán, cuando eliminó a Gadafi para que la yihad tuviera acceso a las armas de su régimen y las redistribuyera por África o como cuando arrasó Iraq con uranio empobrecido y demás armas químicas cuyos efectos en la población iraquí siguen observándose en la actualidad y siguen siendo censurados por la OMS.

Otra opción es la pasividad: el no hacer nada y dejar que la guerra continúe.

La última opción es desechar la política de Estados Unidos de incrementar el terror y retomar el espíritu de la Primavera Árabe, apoyando en la guerra a Al-Asad pero con condiciones, que sean las de, una vez acabada la guerra y expulsados de Siria los comisarios políticos de Estados Unidos, el presidente se comprometa a ceder y, al igual que en otros países del mundo árabe, convocar elecciones para encargar a alguien la labor de reconstruir el país. Esta opción, además de viable, es la más creíble, ya que, cuando se le dice a Al-Asad de entregar su arsenal químico para no comprometerse internacionalmente, lo acata... siempre y cuando esa petición venga de países que no apoyan el terrorismo o la agresión militar.

El día que el pueblo sirio acceda al poder supondrá una derrota de Estados Unidos y, por tanto, un paso más para la paz mundial... pero, para que llegue ese día, hace falta una intervención internacional que, hoy por hoy, parece estar liderada por Rusia. 


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